Los grupos editoriales se están negando a aceptar un nuevo requisito que exige Amazon para la publicación de libros que consiste en aumentar a 3 años la duración de los acuerdos, con el fin de minar la iBookstore de Apple, en un momento en que el iPad podría ser el principal enemigo a batir si el Kindle quiere sobrevivir.
La cuestión está en que Apple permitirá a los editores cobrar entre 13 y 15 dólares los libros de mayor éxito, cuando Amazon tiene ahora mismo un precio fijado para todos los libros, que se venden a 9,99 dólares. A este respecto, muchos editores creen que el precio al margen de ser bueno o malo es tan bajo que infravalora al producto final, posiblemente, por que se tiene la referencia del modelo del libro clásico de papel.
Por otra parte, está el hecho de que algunas grandes editoriales puedan resistirse a la condición de Amazon y pasarse a Apple, otras tantas con menos volumen de negocio y menos presencia en el mercado pueden ceder ante las presiones y amenazas de Amazon de o aceptáis u os quitamos todo el catálogo.
Entiendo que cada empresa procura barrer para casa y soy el primero en estar de acuerdo en que el beneficiado final podría ser el consumidor. Pero de ahí a que el objetivo sea barrer a la competencia a cualquier precio forzando a acuerdos que a algunas editoriales no les permitiría prosperar en el negocio, y que acabarían cerrando por haber aceptado contratos sangrantes a largo plazo, hay un trecho muy largo. Són 3 años, un plazo muy grande para un producto que apenas está empezando a despuntar, y nadie sabe lo que va a suceder mañana.