Con las casi evidencias de que una nueva generación de iPhone ya se está gestando, arrancan los deseos de los usuarios, las previsiones de los analistas y las cosas que se dan por sentadas pero que no dejan de ser especulaciones hasta que se demuestre lo contrario.
Ahora mismo no tengo ni idea de lo que podría implementar de nuevo e interesante -y realmente útil- el nuevo dispositivo, pero hay una cosa que creo que sería un acierto, y que sería que el nuevo terminal estuviese hecho totalmente de metal en su exterior. Una carcasa unibody ya sería tal vez pedir demasiado, pero con Apple nunca se sabe. Y por otra parte, está el tema de la sensación de robustez y durabilidad que tendría el terminal, por no mencionar el lujoso acabado que tendría.
Hay un solo aspecto que miro de reojo, y que me recuerda a las cantimploras clásicas. Esas cantimploras que, quisieramos o no, acababan rayadas, descoloridas y abolladas por todas partes, y que al poco de comprarlas ya jamás serían como el primer día. Y otro aspecto sería el peso del terminal, porque de poco serviría tener un iPhone con carcasa de metal que albergara en gran parte aire; que fuera hueco, vaya.
Pero en cualquier caso, soñar es gratis: nuevo iPhone, con carcasa de metal como la primera generación, y mucho mejor que el actual 3G en todos los sentidos.
