Google ha confirmado oficialmente lo que muchos desarrolladores sospechaban desde hace tiempo: el sistema operativo Android dejará de desarrollarse públicamente. A partir de ahora, todo el trabajo se hará de forma privada dentro de sus ramas internas, eliminando el acceso en tiempo real que ofrecía el Android Open Source Project (AOSP). Aunque se seguirá publicando el código tras cada versión oficial, esta decisión marca un cambio profundo en la forma en que evoluciona la plataforma móvil más utilizada del mundo.
De Android abierto a un sistema cerrado… ¿al estilo Apple?
La nueva estrategia de Google acerca peligrosamente a Android a un modelo de desarrollo similar al de Apple, donde todo el trabajo se realiza a puerta cerrada y se libera únicamente cuando el producto está terminado. La diferencia es que, a diferencia de iOS, Android no es exclusivo de un solo fabricante: es la base de decenas de miles de dispositivos, desde móviles y tablets hasta televisores, relojes, electrodomésticos y sistemas de infoentretenimiento en vehículos.
Este movimiento no es menor. Aunque Google justifica la medida como un esfuerzo por “simplificar el desarrollo”, lo cierto es que implica una pérdida significativa de transparencia. Hasta ahora, desarrolladores y fabricantes podían seguir la evolución del sistema operativo, anticiparse a cambios importantes, y contribuir con código o parches. Con este cambio, se rompe esa ventana al proceso interno de Google.
Mishaal Rahman, uno de los analistas más influyentes en el ecosistema Android, fue quien adelantó el cambio. Posteriormente, la compañía lo confirmó, asegurando que no dejará de publicar el código fuente bajo licencia AOSP, pero solo lo hará una vez se hayan cerrado versiones estables.
AOSP pierde protagonismo, pero no desaparece
Google ha sido durante años el principal desarrollador de AOSP, la versión libre y modificable de Android que muchos proyectos, fabricantes y entusiastas han utilizado como base. Aunque el núcleo del sistema seguirá estando disponible tras cada lanzamiento, ya no será posible seguir el trabajo en tiempo real ni conocer las novedades hasta que estén finalizadas. Esto impacta directamente en comunidades como LineageOS o CalyxOS, así como en fabricantes que crean forks de Android adaptados a sus dispositivos sin depender de los servicios de Google.
La realidad es que gran parte del valor añadido de Android —como las APIs de Google Play, Google Maps o los servicios de actualización— ya estaba fuera del código abierto. Pero este último giro consolida aún más el control de Google sobre su plataforma. Al igual que Apple, podrá proteger mejor sus lanzamientos, evitar filtraciones y optimizar sus dispositivos Pixel al disponer de un ciclo de desarrollo totalmente cerrado.
Un sistema abierto, pero con las puertas cada vez más cerradas
El cambio tiene pocas implicaciones inmediatas para los usuarios finales, pero representa una pérdida importante para el ecosistema. El desarrollo cerrado dificultará la contribución externa, reducirá la visibilidad sobre los cambios estructurales en el sistema operativo y dificultará la labor de quienes crean soluciones alternativas sobre AOSP.
Android nació como un proyecto abierto y colaborativo. Y aunque técnicamente sigue siéndolo, la decisión de Google refleja un cambio en su filosofía: más control, menos participación. La compañía argumenta que así podrá acelerar el desarrollo y reducir conflictos entre ramas públicas y privadas, pero muchos lo ven como un paso más hacia una plataforma más hermética, más controlada… y menos libre.
Este nuevo enfoque plantea un reto para los fabricantes, desarrolladores independientes y gobiernos que han apostado por soluciones Android desvinculadas del ecosistema Google. La fragmentación será más difícil de gestionar y la independencia tecnológica, más costosa de alcanzar. Porque, al final, incluso en un sistema “abierto”, quien controla el código controla el futuro.
Fuente: Noticias redes sociales