Este fin de semana se ha levantado el secreto sumarial del caso del iPhone 4G que fue a parar en manos de Gizmodo, y los detalles ya están disponibles para todo el mundo. A estas alturas todo el mundo conoce lo más importante del mismo, pero con el levantamiento del secreto sumarial se han destapado los entresijos del caso, los cuales desvelan información muy interesante, y que a menudo dejan en evidencia no sólo a Apple, sino al mencionado medio de comunicación. Podría no ser tan equivocada la afirmación de que en base a este caso, las cosas y relaciones entre los de Cupertino y la prensa podrían cambiar en el futuro.
Para ponernos en situación: una persona se hace con un prototipo de un iPhone gracias a que un desarrollador de Apple lo ha dejado olvidado. Lo vende a Gizmodo por una cantidad que oscila entre los 5000 y los 10.000 dólares. Gizmodo publica un artículo desvelando los detalles del iPhone 4G, y Apple solicita la devolución del aparato a la vez que impulsa una investigación legal que supone la incautación de material informático diverso del autor del artículo de Gizmodo. Hasta aquí el resumen de lo sucedido; ahora conoceremos la cara más oscura de todo este asunto…
Apple explicó a la policía a colación de la publicación de Gizmodo que las consecuencias a nivel empresarial para Apple eran enormes, pero incalculables. Aludieron a la posibilidad de que cualquier usuario con la intención de adquirir un iPhone, se esperara a que saliera la nueva versión, de forma que las ventas de los modelos actuales fueran muchísimo más bajas que las estimadas / previsibles / deseadas. La clave (bajo mi punto de vista) es que si bien Apple puede tener razón en este asunto, no pudo dar una cifra aproximada que diese forma al daño que le había provocado el artículo.
Gizmodo y el propio Steve Jobs estuvieron hablando sobre la devolución del terminal. El medio solicitó a Apple una misiva reclamando el aparato, con el fin de demostrar ante la audiencia que en Cupertino se reconocía el terminal como suyo y por ende, auténtico, porque de esta forma, se cerraban bocas al respecto de los que tildaban el artículo de fake. La carta llegó a Gizmodo como todos comprobamos poco después, pero hay otro detalle que no se sabía: Gizmodo solicitó a Apple que fuera incluida en la lista de medios que pueden probar los nuevos productos antes que nadie.
En Estados Unidos hay una corta y selecta lista de expertos tecnológicos a los que los aparatos de Apple les llegan antes que nadie con fines publicitarios analisticos. Dichos análisis salen a la luz coincidiendo con fechas cercanas al lanzamiento de cada producto. Walt Mosberg, del Wall Stree Journal -y amigo íntimo de Steve Jobs- o David Pogue del New Yotk Times són algunos ejemplos de estos periodistas que conforman la corta lista. Gizmondo pretendió formar parte de este listado, y la forma de solicitar su inclusión está siendo tildada por unos como moneda a cambio de la devolución del aparto, y otros directamente como chantaje. Personalmente, y teniendo en cuenta que el post que desveló el iPhone 4G ya estaba publicado, y el mal hecho, me remito simplemente a tres puntos evidentes. 1) No era un buen momento para hacer una solicitud de este calibre, 2) Gizmodo tuvo en su poder un producto que no era suyo en beneficio de su publicación, y 3) Apple no tenía porque ofrecer ninguna contrapartida a cambio de devolverle algo que es suyo. Eso no quita, desde el punto de vista de Gizmodo, que tuviera sus motivos para publicar el post, que no significa que el fin justifique los medios.
El aparto que finalmente Apple recibió había sido dañado por Gizmodo. En el destripe se rompió un cable, se cambió de ubicación un tornillo, se atornilló inadecuadamente un segundo provocando un cortocircuito, y otros, se dañaron al usar una herramienta no adecuada, sumado a otros componentes rotos. Demostrar que el terminal era auténtico pasaba por su desmontaje, y por lo visto, quien realizó la operación dañó en parte el aparato. No es de extrañar, si tenemos en cuenta que hablamos de un prototipo. Otro tema es qué reclamo puede efectuar Apple a este respecto.
La persona que vendió el terminal a Gizmodo -que insistimos, NO es el ingeniero que lo perdió- tuvo varios episodios de exhibición de su hazaña y mostró en público el montón de dinero que había conseguido con la venta. Muchos le avisaron que eso podría arruinar la carrera del ingeniero, a lo cual respondía «que se joda el ingeniero; eso le ocurre por perder el aparato». Esta persona teóricamente recibiría un extra si el aparato se pone a la venta al público masivo en breve. La base legal que podría hacer que la operación se truncase está en que, técnicamente, el vendedor era perfectamente consciente de lo que hacía cuando vendió el terminal, y este hecho podría ser utilizado por Apple en caso de proceso judicial. Se podría alegar afán de lucro de un producto que no es de su propiedad, por poner sólo un ejemplo.
Al margen del desvelo del iPhone 4G el asunto estalló en el momento que la policía registro la casa del redactor del post de Gizmodo, y se incautó de diverso material informático. El motivo de la discórdia es hasta que punto la policía puede actuar en un caso así, o visto de otro modo, la fuerza que Apple puede tener sobre las autoridades, cuando Apple es una empresa privada. Si en Cupertino simplemente se hizo uso del conducto reglamentario habitual y la policía realizó una operación en base a unas pruebas concluyentes con asomos de robo de material industrial, parece que choca frontalmente con los derechos y libertades del mundo periodístico. En cualquier caso, este aspecto no se toca en el documento legal.